La reciente suspensión del Monseñor Francisco Ozoria por cuestiones administrativas profundiza la crisis de credibilidad de la Iglesia en República Dominicana. Aunque distinta en naturaleza, esta medida se suma al precedente del escándalo protagonizado por el Józef Wesołowski, ex nuncio apostólico en el país, quien fue destituido en 2013 tras graves denuncias de abuso sexual de menores y posterior expulsión del estado clerical por la Santa Sede. Listín Diario
El caso Wesołowski, de origen polaco, marcó un antes y un después en la forma en que el Vaticano aborda los delitos del clero, activando investigaciones internacionales y generando una fuerte presión mediática y social. Listín Diario Ahora, con Ozoria bajo investigación, emergen preguntas sobre la transparencia y la gestión interna de instituciones eclesiásticas dominicanas.
El fenómeno no sólo afecta la dimensión moral de la Iglesia: también alcanza lo administrativo, lo institucional y lo público, influyendo en la confianza ciudadana, en la colaboración entre el Estado y la institución religiosa, y en la gestión de recursos o protocolos internos. Este doble frente —el abuso de menores y la mala administración— abre un nuevo capítulo en la evaluación del papel de la Iglesia en la República Dominicana.


