El día que me enorgullecí de Francisco: Un encuentro memorable en Ereván

Hace casi una década, en una hermosa jornada primaveral en Ereván, Armenia, tuve la oportunidad de presenciar un evento que dejó una huella imborrable en mi memoria. Mientras la orquesta deleitaba a la multitud con «Spartacus» de Aram Khachaturian en la Plaza de la República, la atmósfera se llenaba de expectación.

En medio de la celebración, apareció Francisco, llegando en un vehículo modesto, irradiando alegría y sin una visible escolta de seguridad. Su carisma y sencillez contrastaban notablemente con la llegada del patriarca armenio, quien arribó en un lujoso Bentley, con una expresión seria y una vestimenta ostentosa que evocaba los trajes de Clóvis Bornay en los carnavales de los años 70.

La presencia de Francisco, con su humildad y cercanía, resonó profundamente entre los asistentes, destacando la esencia de liderazgo espiritual auténtico y cercano. Este encuentro en Ereván no solo fortaleció los lazos entre diferentes comunidades religiosas, sino que también subrayó la importancia de la empatía y la humildad en el liderazgo.

Este recuerdo permanece vívido, simbolizando un momento en el que la sencillez y la autenticidad de Francisco inspiraron a todos los presentes, dejando una lección perdurable sobre el verdadero significado del liderazgo espiritual.

AMANHA

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