Cinco miembros de una familia tocados por la tragedia en Jet Set

La familia Díaz Patricio quedó marcada para siempre la madrugada del 8 de abril, con lesiones que a casi tres meses de la tragedia en la discoteca Jet Set son perceptibles de forma física y otras internas imposibles de borrar.

Todo inició como una noche bailable con su artista favorito en el centro de diversión para Lenin Díaz Patricio. Ella acudió a la fiesta con su hermana Manny Arisleydi Díaz Patricio y su cuñado Agustín René Méndez Suberví, a quienes llama sus hermanos y llora su recuerdo al ver las fotografías que adornan su sala.

Manny y Agustín eran un matrimonio de 25 años, a quienes la familia nunca vio discutir. Sus tres hijos de 24, 20 y 17 años de edad quedaron en la orfandad con el desplome del techo de la emblemática discoteca.

Lenin aún lleva consigo las secuelas de esa fatídica noche, movilizándose únicamente por una silla de ruedas, ya que aún no puede caminar. No oye correctamente de su oído derecho, fue sometido a dos operaciones craneales, tiene cinco costillas rotas, sufrió lesiones en la espalda, pierna derecha y tiene una parálisis maxilofacial en el lado izquierdo de la cara que también se refleja en su brazo izquierdo.

Con el impacto de la tragedia, su madre fue diagnosticada con el síndrome del corazón roto y sometida a un cateterismo; su padre duró dos meses en una unidad de cuidados intensivos (UCI) con pronóstico de vida reservado y a la fecha recibe terapia para retomar la movilidad de su cuerpo. Su progenitor debe ser auxiliado por sus familiares para suplir cualquier necesidad.

Todo esto genera en Lenin un nudo en la garganta y ojos enrojecidos por el llanto, al recordar cómo terminó bajo los escombros y perdió a “su confidente” y su cuñado, en una noche que suponía sería maravillosa.

“Cuando fuimos a comprar la boleta, que yo fui con mi hermano Agustín René Méndez, nosotros fuimos al Jet Set, donde estaba el señor Gregory Adames despachando las boletas. Cuando yo llegué, yo compré cuatro boletas: mis hermanos, que son tres con mi hermano Agustín, íbamos a pasar una noche maravillosa entre familia”, inició el relato.

Desde ese momento vio altas escaleras y personas colocando plafones y las palabras de Gregory, que si bien a la fecha agradece que lo cuidó, no pasa por alto el conocimiento que tenían los empleados de la discoteca de las condiciones de la estructura.

“Él me dijo Lenin esa mesa no te la puedo dar, porque tú no estás viendo que ese techo se está derrumbando”, dijo, aunque no pensó que una tragedia como la que segó la vida de 236 personas podría ocurrir.

Habían pasado varias canciones del merenguero Rubby Pérez cuando decidió ir al baño a cambiarse el reloj. Retornaba a la mesa donde estaba su familia cuando de pronto todo se tornó oscuro y despertó 10 días después en una sala del Hospital Ney Arias Lora.

“Yo sentí que me llegaron a pasar por encima, porque yo parecía estar muerto, gracias a Dios que un señor me cruzó por el lado, se fue como gateando y quitándole algo a él, ahí entonces vieron que moví la mano y dijeron ‘está vivo’ y ahí me sacaron”, narró.

Cuando despertó, para él había sufrido un accidente en la carretera. Su memoria no registraba un desplome en el Jet Set, puesto que perdió el conocimiento al caer y tener varias losas de concreto cubriendo su cuerpo, sufriendo severos golpes en la cabeza.

“Dije, ‘seguro en el vehículo tuve un accidente’ y por eso justifiqué los golpes de la cabeza, porque como estaba acostado no sentía tanto los dolores de aquí (señalando la parte superior del cuerpo)”, expresó.

Esta realidad se combinó con otra al ver que entre quienes lo visitaban faltaban personas: Su hermana y su cuñado.

“Yo no veo a mi hermana, estaban personas muy queridas para mí, pero no veo a mi hermana, que siempre mi hermana que había algo así, cuando mi otra hermana llega le digo ‘me ha abandonado a mí la flaca’ y me dice ‘ay no, pero después te voy a contar’ y le digo yo ‘a donde está Arisleydi’”, recordó.

La respuesta de su hermana Keyri Díaz fue que tanto Arisleydi como su esposo estaban de viaje en Estados Unidos por una emergencia familiar de Agustín, lo que Lenin detectó como una mentira por la estrecha relación que tenía con su hermana y a quien consideraba era incapaz de salir del país encontrándose él en un hospital.

“Yo le dije ‘eso es mentira, mi hermana no es verdad sabiendo como yo estoy, no va a estar aquí”, dijo con voz rota mientras las lágrimas corrían por sus mejillas recordando el amargo momento en que descubrió lo que realmente sucedió en ese lunes bailable.

Lesiones físicas

Lenin carga consigo el dolor de las heridas físicas que aun con marcas en distintas partes de su cuerpo tatúan en su piel parte del dolor interno por la pérdida.

“Yo tuve cinco roturas de costillas, tengo el peroné roto y el tobillo también roto, pero no me lo puedo operar el tobillo de este lado, porque el neurólogo tenía opción de hacer dos operaciones, tengo la clavícula rota en tres pedazos y el hombro del golpe se desprendió. Todavía tengo ese tobillo roto, esa rodilla rota, tengo tres discos de la columna…”, reseñó.

Describe a sus parientes como buenas personas, dispuestas a servir y entregadas a su familia, aunque aún no tiene las fuerzas de hablar sin un nudo en la garganta y la voz quebrada sobre su hermana.

“Lo conocíamos por ser un hombre serio y trabajador y nadie puede decir de él y mi hermana que tuvieron problema con alguien, que no ayudaron a quien necesitaba y que estuvieron siempre con su familia”, expresó.

No han recibido ayuda

Denunció que hasta el momento ninguna institución pública se ha acercado a su familia con la entrega del bono de emergencia que está dando el gobierno a través del programa social Supérate a las familias afectadas por el desplome.

Asimismo, señaló que no han tenido acercamiento con la familia Espaillat, propietaria de la discoteca Jet Set.

Los gastos médicos en que han incurrido él y su familia en este proceso ascienden a unos cinco millones de pesos, incluidos, entre estos, gastos de ayuda psicológica y psiquiátrica de profesionales que se trasladan hasta su casa, por las limitaciones de movimientos. También usa una megadosis de vitamina C para la rotura y la parte neurológica que se le administra cada semana en su residencia.

Esta cifra prevé podría incrementarse, puesto que le restan operaciones por realizar, lo que se combina con la incapacidad de mantener operante su negocio y producir para costear sus gastos médicos.

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