El miedo a ir a un hospital público y la falta de dinero para pagar una clínica obligaron a una haitiana indocumentada a dar a luz en su casa de la provincia Espaillat.
Para su suerte, el parto no tuvo complicaciones y la bebé no presentó ninguna condición que comprometiera su vida, aunque sí nació con una gran hernia en el ombligo que no ha sido tratada.
A sus dos meses de vida, tampoco le han aplicado su cuadro de vacunas ni ha recibido el seguimiento médico para recién nacidos.
«No la he llevado, porque tú sabes cómo está la situación; a veces uno consigue para comida, entonces no da (el dinero). Aparte de eso, estamos haciendo algunos tés para la hernia», cuenta su marido, un obrero de la construcción que habló en condición de anonimato.
Esta y otras historias similares que se ven a diario en todo el país contradicen al director del Servicio Nacional de Salud (SNS), Mario Lama, quien ha negado que estas extranjeras estén alumbrando en sus casas o en clínicas desde que el Gobierno comenzó a aplicar en abril un protocolo hospitalario para pacientes extranjeros indocumentados.